En sus discursos se presentan como los salvadores de la sociedad, apelando a lo emocional, confrontando un ''nosotros'' contra un ''ellos''. Utilizan el miedo y comparten un rechazo a la Unión Europea como proyecto político y económico, con un discurso populista, islamófobo y racista.
Esto aunque ya se hablaba de ello en los años 80 y 90, han surgido a partir de la crisis de 2008, donde las clases bajas y medias fueron obligadas a pagar rescates de bancos, cajas y monopolios. Por tanto a raíz de la esta crisis la austeridad y precariedad de la economía europea empeoró el Estado del Bienestar, haciendo que las clases bajas y medias no consiguieran soluciones de los partidos establecidos. Todo esto ocurre en el marco de la crisis del Estado- Nación, es decir, de la relación de la identidad cultural y la entidad política. La globalización y los flujos migratorios han desdibujado esta relación y estos partidos se aprovechan del desconcierto para crear un enemigo común, como pueden ser los imigrantes, la globalización o la Unión Europea, de esta forma el consenso antifascista que se aprobó para defender europa después de la Segunda Guerra Mundial parece estar debilitándose.
Una prueba de ello es Suecia, Hungría, Grecia, Italia, Francia, Holanda, República Checa , etc, donde están en auge los partidos con raíces neo-nazis con prácticas autoritarias, antigitanos, antisemitas con discursos xenófobos y antieuropeístas, racistas y nacionalistas. Incluso en España el partido Vox consiguió 12 escaños en las elecciones andaluzas, entrando así a formar parte del parlamento.
Lo peligroso de estos partidos no es solo que ganen votos sino que contagien a otros partidos hacia sus ideas y que no se pueda diferenciar la derecha respetable de la ultra derecha. Aunque no se les puede llamar fascistas ya que, aunque son antisistema, no rechazan directamente la democracia y no defienden la violencia por la violencia.
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